Manual existencial para mudanzas luminosas

By Ignasi Giró

Consejos infalibles para gozar de las mudanzas en tiempos de nomadismos extremos.

A modo de introducción

Hace unos días completé una nueva mudanza. Una más. Sentado en mi nuevo salón, extenuado, mientras miraba a mi alrededor y sentía esa indescriptible mezcla de vacío e ilusión –tan típica de las primeras noches en un espacio aún desconocido–, miré hacia atrás.Hice cálculos. Casi me da un arrechucho al tomar conciencia de que, desde el 2010, en apenas siete años de vida, he acumulado once mudanzas. Sí, once. Once pisos distintos. Once dormitorios. Once direcciones postales. Llegados a tal nivel de nomadismo me dije a mí mismo que sería interesante hacer algún tipo de balance. Algo así como un manual de uso para futuras mudanzas. Cualquier cosa que me permita verificar que algo he aprendido por el camino. O, incluso, que pueda ser compartible. Exportable. Para ayudar a otros que anden en las mismas. O que vayan a andar en las mismas. Qué sé yo.

Así nace este Manual existencial para mudanzas luminosas. Estructurado en varios puntos y reflexiones, hablándole de usted, que le da más solemnidad al asunto.

Allá vamos.

PRIMERA PARTE: CUATRO CONSEJOS INICIALES

1 · Manténgase motivado
En todo momento sea usted consciente, querido amigo mudancero, de que una mudanza es, ante todo, una maratón vital sin escalas. Un evento que le pondrá a prueba repetidas veces, llevándole al límite de sus posibilidades físicas y psíquicas.
No se deje intimidar por ello. Esté preparado. Las maratones se completan con tenacidad y picardía.Pensando en el siguiente metro y no en los cuarenta kilómetros. Vayamos paso a paso, caja a caja, cosa a cosa. El reto es mayúsculo, pero usted puede. Sí, usted puede. Recuérdelo con frecuencia. Escríbalo si hace falta. Usted puede.

2 · Sonría. Se puede –y debe– gozar mudándose
Mudarse es un proceso vital duro. Pero el arte del mudancero consiste en hacerlo bello. En convertirlo en una experiencia de limpieza y gozo. Disfrute de cada paso. Si no lo está disfrutando, es que seguramente está mezclando pasos. O confundiendo energías.

3 · Calma. Todo es transportable
Ante una mudanza, es fácil caer en el desespero agudo al observar todo lo que hay que transportar. Mirar fijamente una nevera o un armario doble puede generar crisis de ansiedad profundas. No caiga en la trampa. Recuerde siempre que todo es transportable. Es solo una cuestión de cuánto dinero estamos dispuestos a invertir en ello. Eventualmente, podríamos alquilar un container y llevarnos al otro lado del planeta un camión. Hay miles de profesionales que en pocas horas podrían recoger un piano de cola en Buenos Aires y hacerlo aparecer, como por arte de magia, en un salón de Calcuta. Repito: todo es transportable. Su única responsabilidad es elegir sabiamente qué decide llevarse y cuánto paga por hacerlo. Nada más.

4 · El orden de los elementos sí altera el producto
Para completar con éxito una mudanza del Hogar Saliente al Hogar Entrante es fundamental saber aceptar el mítico –me lo acabo de inventar– Orden Universal Mudancero y fluir con él. Se trata de un orden inmutable e incuestionable que debemos asumir sin resistencia alguna.

Esencialmente, consiste en los siguientes Cuatro grandes pasos existenciales de la mudanza:
ALIGERAR, MINIMIZAR, TRANSPORTAR y HOGARIZAR.
Comprender estos pasos y centrarse en ellos es clave para sobrevivir al reto, saliendo airoso de él.



SEGUNDA PARTE: EL MANUAL DEFINITIVO, PASO A PASO

PASO 1: ALIGERAR

El «mudancero», aún ubicado en el Hogar Saliente, dedicará un tiempo a ALIGERAR al máximo los elementos a transportar. Aunque parece sencilla, en realidad esta es una tarea complejísima, que puede devorar cantidades seminfinitas de energía y tiempo.

Para evitar caer en la tentación de perder horas mirando fotos de su primer amor o agobiándose con tareas de pasos futuros, se recomienda seguir a rajatabla la metodología siguiente, combinándola con una serie de normas (de gran eficiencia demostrada).

Metodología: Hacerse con una cantidad generosa de bolsas de la basura, tamaño XXL, y disponerse a llenarlas de cuanto seamos capaces de tirar a la basura. Cada vez que llenemos una bolsa, nos felicitaremos por ello y procederemos a dejarla en la puerta de entrada, lejos de nuestro campo visual. Eventualmente, añadiremos una segunda tipología de bolsas, destinadas a cosas que deseemos revender o regalar antes de mudarnos.

Normas:
«Norma de la Limitación Temporal»
Se limitará el tiempo dedicado a este paso a un máximo de ocho horas al día, durante tres días. Nada más. Dedicar más tiempo a semejantes tareas puede acabar con enormes empachos de nostalgia. Es mejor cargar con algunos trastos inútiles que erosionarse el alma aligerando ad eternum.

«Norma de los 12 meses»
Todo objeto que no haya sido usado en los últimos 12 meses será tirado ipso facto a la basura, sin más dilación (salvo que aplique la Norma del Corazón).

«Norma de los 50€»
Todo objeto que pueda ser comprado en el Hogar Entrante por un coste inferior a 50€ será también condenado a la basura sin rechistar (salvo que aplique la Norma del Corazón).

«Norma del Corazón»
Todo objeto que, aun escapando a toda lógica humana, sintamos que nos hace felices seguir teniendo en nuestro Hogar Entrante, se salvará de la purga (salvo que aplique la Norma del Maletón Emocional).

«Norma del Maletón Emocional»
Se dedicará una maleta, una única maleta, a la que llamaremos Maletón Emocional, como receptáculo donde guardar todas las cosas que no tiene ningún sentido ir transportando, salvo por la Norma del Corazón. Una vez llenado el Maletón Emocional, estará prohibido aumentar su tamaño o sumar nuevas maletas emocionales. La única forma de seguir transportando más cosas será deshaciéndonos de otras.

«Norma del Regalo Inesperado»
Cuando surja la más mínima duda acerca de la necesidad de guardar o tirar algo, se mirará fijamente el objeto en cuestión y se tratará de pensar en algún vecino, amigo o conocido, cercano al Hogar Saliente, a quien le pudiera hacer feliz recibirlo como regalo. Si en pocos minutos se establece alguna conexión, se le ofrecerá el objeto. Si no es así, lo dejaremos en la calle, bien visible, como Regalo Inesperado para el primero que decida llevárselo.

«Norma de la Empatía Encadenada»
Cuando se sienta solo en su hercúlea tarea, recuerde que el que ahora es su Hogar Saliente en breve será el Hogar Entrante de otro ser humano como usted —que tal vez esté, en este preciso instante, aligerando cosas en otro Hogar Saliente—. Empatice con él a menudo. Sea generoso. Nada hay más miserable que llevarse hasta la escobilla del baño. Deje un rollo de papel higiénico. Un paño limpio. Una escoba. Incluso un par de cervezas en la nevera. Quizás nunca lleguen a conocerse. Pero el Universo se lo agradecerá eternamente. Algún día le devolverá Karma. No lo dude.

«Norma del Corazón Pesado»
Ante objetos especialmente pesados o voluminosos, difíciles de transportar —tales como armarios, mesas, camas o frigoríficos—, seremos especialmente estrictos con la Norma del Corazón, sumándole una serie de anexos:

* Anexo de Lejanía – Si la mudanza es de más de 100 km de distancia, suele ser más económico comprar un nuevo objeto que transportarlo con nosotros. Tendremos esto en cuenta al aplicar la Norma del Corazón, mejorando su aplicación.

* Anexo del Sudor – Si la mudanza vamos a hacerla sin apoyo profesional, antes de decidir transportar el objeto pesado recordaremos el sudor y sufrimiento que conllevará cargar con él, preguntándonos honestamente: ¿Vale la pena todo ese sudor? Si la respuesta no es un sí rápido y veloz —por razones emocionales o económicas— dejaremos el objeto pesado en el Hogar Saliente y trataremos de vendérselo al nuevo inquilino o incluso al propietario.

Aplicar con agilidad mental y física todas estas normas, durante un máximo de tres días, nos permitirá limpiar el Hogar Saliente de trastos inútiles y de poco valor añadido, asegurando que entramos en el segundo Gran Paso Existencial de la Mudanza habiendo optimizado los elementos a transportar. Ser conscientes de ello, de que nada de lo que queda es trivial o innecesario, aportará grandes dosis de entereza al mudancero que se dispone a empaquetar y transportar sus pertenencias.



PASO 2: MINIMIZAR

Una vez completado con éxito el Paso 1, Aligerar, ya no hay marcha atrás.Todo lo que queda en el Hogar Saliente será transportado al Hogar Entrante. No debemos cuestionarnos más las elecciones. Ni sufrir por ellas. Nuestra misión en este paso consiste en minimizar al máximo el impacto del transporte de esas cosas. Nada más. Se inicia ahora una tarea de empaquetado eficiente, que, de hacerse bien, facilitará enormemente los pasos siguientes a niveles inimaginables.

Metodología: Adquirir una cantidad generosa de cajas de mudanza. Cajas de cartón de mudanza. No ahorremos en esto, pues nos arrepentiremos más tarde. Han de ser cajas resistentes, gruesas, idealmente con asideros. Calculemos aproximadamente una caja por cada 5 metros cuadrados de Hogar Saliente. Es decir, si vivimos en un piso de 50 metros, adquiramos 10 cajas. Si vivimos en un piso de 100 metros, 20 cajas.

Es fundamental ser generoso en la compra de cajas. La ansiedad que genera temer que no vaya a caber todo en ellas es muchísimo peor que los 10 o 20 € ahorrados en su compra. Adquiramos, también, dos elementos más: Rotuladores gruesos —para escribir en las cajas— y cinta de embalaje en abundancia. Nos harán falta para salir airosos del paso del MINIMIZADO.

Tratemos de evitar al máximo bolsas pequeñas o similares soluciones de última hora para cargar cosas dentro. La humanidad, tras pasar miles de años mudándose, ha llegado a una solución óptima para hacerlo: las cajas de cartón que usan los profesionales. No vamos a reinventar la rueda. Lo único tolerable como complemento son las maletas.

Normas:

«Norma Del Viajero»
Antes de empezar a empaquetar cosas, coja usted, amigo mudancero, su maleta de mano y llénela con todo lo que se llevaría para un viaje de cinco días. En ella guardará los elementos personales que desee tener cerca durante el tiempo que se prolongue la mudanza. Neceser, medicinas, cargadores, pasaporte, un libro querido… Tener esa maleta a mano le ayudará a sentirse seguro durante todo el proceso, sabiendo que lo esencial para usted sigue a su lado, disponible si hace falta.

«Norma de la Caja Dinámica»
Durante todo el proceso de embalaje habilite una Caja Dinámica, en la cocina o el salón, siempre abierta, sin cerrar. En ella irá guardando todos los objetos que podrían ser necesarios durante la mudanza, tales como toallas, tijeras, un cuchillo, dos vasos, snacks, abrelatas, servilletas, etc… Esa caja permanecerá abierta SIEMPRE y será la última en ser cerrada —pocas horas antes de que llegue el transportista. Suele ser la caja que nos salva, la noche antes del día D, cuando queremos brindar y nadie encuentra el abridor de botellas. La Caja Dinámica es una garantía de paz en momentos de tormentas emocionales. Invierta en ella.

«Norma de los Compartimentos Cerrados»
Enfrentarse a un Hogar Saliente, repleto de incontables objetos, e irlos empaquetando en cajas, puede ser emocionalmente demoledor. Por eso, el mudancero asumirá la tarea paso a paso, compartimento a compartimento, habitación por habitación, sin pensar en nada más que en lo que cada habitación contiene.
Obviará pensamientos acerca de cuánto queda en otros espacios. O acerca de la dificultad para transportarlo. Únicamente se centrará en la bonita tarea de ir colocando en cajas todas las cosas que desea llevarse a su Hogar Entrante. Todo lo demás será resuelto en su debido momento, cuando toque. Pero no ahora.

«Norma de las Cajas Transparentes»
Una caja cerrada es un misterio. Cinco, un abismo insondable. Más de diez, un infierno intransitable. Por eso, cada vez que llene una caja, antes de cerrarla, anote en su exterior, bien visible, dos cosas: la habitación a la cual pertenece y la lista aproximada de objetos que contiene.
Esta norma, que parece una obviedad, por ignorancia o prisas es fácilmente ninguneada en las mudanzas, convirtiéndolas luego en experiencias infumables. Sea estricto con ella. Agradecerá enormemente viajar con Cajas Transparentes, dentro de las cuales sabe perfectamente lo que hay.

«Norma de las Dos Horas»
El coste emocional de ver pasar por delante de sus narices todas sus pertenencias es muy alto. Usted no está cargando melones, sino su vida entera. Sea transigente con sus cansancios y jamás acumule más de dos horas empaquetando sin descanso. Pasados aproximadamente 120 minutos de tareas, dedique 10 a salir a tomar el aire, disfrutar un café, llamar a un amigo o leer el libro que ha guardado en la Maleta del Viajero.

«Norma de la Despedida Gozosa»
Un Hogar Saliente es una vida entera que se va. Una pequeña muerte. Llegará un momento en que usted cerrará una puerta y ya nunca más volverá a abrirla. Y los hogares, como las personas, merecen ser despedidos dignamente. Antes de que llegue el transportista —o los sufridos amigos— dése el lujo de Despedirse, en mayúsculas. Siéntese al lado de una ventana. Observe el espacio repleto de cajas. Rememore los momentos que allí ha vivido.Escuche una canción. Haga una foto. Ábrase una última botella de vino. Generará un momento de paz que le acompañará durante mucho tiempo. Y se cargará de fuerzas para salir de ese espacio con más sonrisas que tristezas.



PASO 3: TRANSPORTAR

Ha llegado el momento esperado. Ya minimizados, bien empaquetados, nuestros trastos están preparados para el viaje. Puede que sea a la calle de enfrente, a un país vecino o al otro lado del mundo. Poco importa eso. Lo verdaderamente importante es saber medir nuestras fuerzas. El de TRANSPORTAR es un paso sencillo siempre y cuando se haya sido honesto con lo que requiere. Estas son sus normas:

«Norma del Lumbago Emocional»
Mírese al espejo y repita conmigo: «Nadie puede ALIGERAR y MINIMIZAR mis cosas mejor que yo mismo, pero nadie puede TRANSPORTAR esas mismas cosas peor que yo mismo». Efectivamente. Usted no es un superhombre. Usted es un ser humano frágil, con riesgos graves de contraer un lumbago físico y emocional si asume ciertas tareas para las que no está preparado. Una vez digerida esta reflexión, proceda con la siguiente norma.

«Norma del Bendito Transportista»
Salvo por algún tipo de causa mayor, de enorme peso económico o personal, nunca nunca nunca NUNCA se deberá elegir para el transporte la trágica opción del «yo y mis amigos alquilamos una furgo». Si bien puede colar una o dos veces, a la larga tiene unos costes personales difícilmente justificables.
Pida ayuda a un Bendito Transportista. Los hay muy económicos, especialmente para mudanzas urbanas, y jamás invertirá mejor sus dineros que contratando sus servicios. Personalmente, me llevó tres mudanzas —y varios ataques de lumbago— aceptarlo, pero es un aprendizaje impagable.

«Norma de la Prudencial Distancia»
No cometa el error de querer ayudar demasiado al Bendito Transportista. Son profesionales expertos en vaciar Hogares Salientes y llenar Hogares Entrantes. No nos necesitan. De hecho, prefieren que no les molestemos. Nuestra principal misión (ALIGERAR y MINIMIZAR) ya está hecha. Reservemos las energías para el paso siguiente, que sí requerirá de nosotros.
Limitémonos, desde una Prudencial Distancia, a verificar que tratan las cajas con cariño, que no rompen nada, que nada se queda por el camino. Eventualmente, démonos el lujo de tomar un café en alguna terraza cercana, despidiéndonos del barrio que hasta ahora fue nuestra casa, observando con calma cómo van saliendo, una a una, todas nuestras cajas. Nos lo merecemos. Sí, nos merecemos un café pausado.
Siguiendo estas normas, el proceso de TRANSPORTAR será llevadero y dulce, quedándonos tan solo el paso final —y definitivo— de nuestra feliz mudanza.



PASO 4 (y cierre): HOGARIZAR

El nombre de este paso no es casual. Uno podría pensar que lo lógico sería llamarlo desempaquetar o descargar. Pero no. Somos seres humanos sensibles que han abandonado un Hogar Saliente y se disponen a habitar un Hogar Entrante. Para que eso suceda, usted tiene que HOGARIZAR el espacio. Sentirse en él como en casa. Para lograrlo, siga las siguientes normas. Y todo irá bien.

«Norma del Vacío Feliz»
El momento en el cual el Bendito Transportista abandona nuestro Hogar Entrante y nos enfrentamos a un espacio extraño, repleto de cajas, probablemente sucio, frío y ciertamente ajeno, es uno de los momentos más intensos que puede vivir un ser humano.
Al enfrentarlo, solo tenemos dos opciones: o dejarnos caer en la nostalgia del Hogar Saliente y derrumbarnos pensando qué difícil será reconstruir un nuevo hogar o llenarnos de optimismo proyectando cosas bonitas en el inmenso vacío. En eso consiste la Norma del Vacío Feliz.
Cada vez que nos golpee el desánimo, imaginaremos momentos bellos, futuros, que indudablemente ocurrirán entre esas cuatro paredes. Recordaremos que, hace un tiempo, nuestro Hogar Saliente también fue un piso inerte. Y fuimos capaces de llenarlo de vida. De la misma manera, lograremos hacerlo ahora. Incluso mejor, pues aplicaremos lo aprendido. Nuestro Hogar Entrante es una nueva historia que será todo lo feliz que deseemos que sea.

«Norma de la Doble Limpieza»
Es altamente recomendable limpiar a conciencia todo el Hogar Entrante antes de proceder a vaciar caja alguna. Esto nos permitirá prepararnos emocionalmente para el viaje. Y sentir que les damos a nuestras cosas el lugar que merecen para ser desembaladas de nuevo.
Aplíquese esta norma con especial cariño a armarios roperos, neveras o despensas. No dude, querido mudancero, en limpiarlos dos veces si hace falta. Perderá un poco de tiempo, pero ganará muchísima calma cuando deposite en ellos sus objetos más queridos.

«Norma de la Priorización Emocional»
Si bien durante la fase de MINIMIZAR fuimos vaciando habitación por habitación, de manera secuencial, en la fase de HOGARIZAR aplicaremos una metodología diferente. Porque nuestro reto ahora no es vaciar lo antes posible todas las cajas.Nuestro objetivo es sentirnos como en casa lo antes posible. Por eso, aplicaremos la siguiente Priorización Emocional:
Primero, abriremos la Caja Dinámica, tal vez sacando de ella la botella de vino con que nos despedimos del Hogar Saliente, usándola para decirle hola al Hogar Entrante. Si la mudanza acontece por la mañana, podría intercambiarse el vino por un buen café. Usted elige lo que más le plazca. Es su momento. Luego, nuestra Maleta del Viajero será colocada en la futura habitación, permitiéndonos sentir que algo nuestro, íntimo e imprescindible, ya está allí,simbólicamente, colonizando el Hogar Entrante. Más tarde, colocaremos nuestro Maletón Emocional a su lado. Estamos hablando del espacio más importante del nuevo Hogar, donde dormiremos la primera noche. Tengamos cerca nuestros objetos más queridos, los que salvó la Norma del Corazón. Nos darán calor cuando apaguemos las luces.
Finalmente, procederemos a abrir primero las cajas que hagan falta para sentirnos a gusto en ese espacio primordial. Calmada y serenamente. Disfrutándolo. Y no procederemos con más habitaciones hasta que no estemos100% seguros de poder dormir a gusto allí. Esto es imperativo. Es nuestra primera conquista en el proceso de HOGARIZAR. «Norma de las Cajas Cerradas»

Por muy bien que hayamos hecho el Paso 1, Aligerar, es probable que queden cajas sin abrir con objetos sin usar que nunca volvamos a echar en falta. Esta es una gran oportunidad para seguir aligerando nuestras vidas. Por ello, desde el primer momento en que accedamos al Hogar Entrante, elegiremos un rincón —lo más oculto posible— para almacenar en él todas las cajas transportadas.
Y seremos tolerantes con las Cajas Cerradas, especialmente si nadie reclama lo que contienen. De alguna forma, la vida nos concede una segunda oportunidad para transitarla con aún más ligereza. Aprovechémosla.

«Norma de la Distribución Líquida»
Construir un hogar lleva su tiempo. Es difícil acertar a la primera con la distribución de los espacios. Por eso, es altamente recomendable, antes de mover grandes cantidades de cosas medianas, colocar primero los grandes objetos que presidirán las habitaciones. Siempre, de mayor a menor. Jugando un poco con ellos. Mirándolos. Reubicándolos. Una vez tengamos colocadas las grandes piezas, definidas las líneas maestras de los espacios, será fácil reubicar las medianas y pequeñas —tales como luces, mesitas o complementos—.
Seguir esta norma nos ahorrará gastos energéticos importantes al darnos cuenta de que preferíamos el escritorio más cerca de la ventana o el sofá más alejado de la puerta.

«Norma del Gran Gozo»
El Gozo es importante. Sí, lo es. No lo olvide. Disfrute del camino, saboreando posibilidades. Dibuje espacios inspiradores. Ya no hay un transportista esperando. Ni un propietario reclamándole las llaves. Ha llegado a tierra firme. Es su casa. Y la va a construir despacio, como le plazca, imperativamente con una sonrisa en el rostro, gozando de cada paso.
Dicho todo esto, para completar con éxito su mudanza sonriente, bastaría insistir una vez más en que este último paso se llama HOGARIZAR. Nuestra misión no es llenar el Piso Entrante de cosas, sino sentirnos en él como en casa usando únicamente las que nos hagan falta. Ser felices allí es el destino final. Todo lo demás es secundario.



TERCERA PARTE. UN FUTURO LUMINOSO
Así llegamos al final de este Manual Existencial para Mudanzas Luminosas. El ágil mudancero que haya seguido sus pasos —y normas— habrá logrado gozar mudándose. Apenas nos quedaría una última norma, a modo de despedida feliz. O de Post Data. Pero está prohibido terminantemente leerla antes de la mudanza. Esta última norma únicamente ha de ser leída cuando ya se esté instalado en el Hogar Entrante. Idealmente, minutos antes de acostarse y dormir en él por vez primera.

Dice así:

PD: «Norma de las Felices Primeras Veces»

Permíteme que te tutee. Al fin y al cabo, ya eres un mudancero experimentado que conoce los secretos placeres de las mudanzas. Y te felicito por ello. Mira a tu alrededor. Observa con calma el Hogar Entrante. Ya puedes dejar de llamarle así. Ya no es un Hogar Entrante. Es, oficialmente, tu Hogar. Sin más.

Detrás de cada metro cuadrado que te rodea se esconden infinidad de primeras veces. La primera canción que escuches aquí. La primera vez que cocines con amigos. La primera ducha. La primera noche en vela. La primera vez que llores. La primera vez que folles. La primera vez que termines un libro. La primera vez que tomes un café con leche.

Mi última norma es sencilla. De hecho, no es una norma. Es más bien un ruego. Por favor, amiga, amigo: saborea todas esas primeras veces. Recuerda que sólo hay una oportunidad para disfrutar de una primera vez. Y tu oportunidad es ahora. Gózala. Te lo mereces.





En abril de 2017. En Barcelona. Tras completar su 11ª mudanza en los últimos siete años.